yo y el universo

Monday, May 22, 2006

hermanos electricos


Hace un par de años, una amiga, que estaba haciendo un doctorado en París, volvió a Buenos Aires después de casi tres años de ausencia acompañada por su novio de ese momento. El tipo era holandés. No recuerdo su nombre. Cenamos juntos en mi casa y el holandés me contó la historia de los hermanos Mugel. Es la mejor historia que conozco sobre la silla eléctrica. Los Mugel eran unos mellizos alemanes que estaban locos. Habían nacido en 1950 en el seno de una familia berlinesa arrasada por la guerra. No habían conocido a su padre y su madre, imposibilitada de criarlos, los envió a un orfanato donde crecieron y pasaron la mayor parte de su infancia. Rápidamente los hermanos Mugel demostraron interés por la matemática y la física. Sus aptitudes para las ciencias aplicadas se volvieron evidentes. En su adolescencia ambos se transformaron en fanáticos de la electricidad, pero ejercieron ese fanatismo de maneras diferentes. Cuando cumplió la mayoría de edad, y después de fracasar como estudiante de astronomía, Fineas se mudó a Los Ángeles y fundó una secta conocida como Los hermanos eléctricos. No mucho después, Víctor, más tímido y reservado, consiguió su título de ingeniero. Trabajó un tiempo en una compañía petrolera y se casó dos veces. Sus dos matrimonios fueron fracasos rotundos. Su segunda mujer incluso llegó a apuñalarlo mientras dormía. Las prostitutas lo odiaban. En Los Ángeles, Fineas tuvo problemas con las drogas. Estuvo preso un par de meses por venta y consumo de heroína. Por otra parte, una de las actividades centrales en la agenda de Los hermanos eléctricos era electrocutar animales. Su lema era simple: lo único verdadero y puro en el universo era la electricidad. Después de una fiesta que terminó con un incendio y algunos heridos, Los hermanos eléctricos fueron tildados de satanistas y Fineas tuvo que volver a Alemania. Se encontró con su hermano en Hamburgo.A fines de los setenta, con sus vidas destruidas pero con su pasión por la electricidad intacta, los hermanos Mugel decidieron auto-electrocutarse. Curiosamente la idea fue sugerida por Víctor. Según la carta suicida que dejaron, estaban cansados de vivir y querían fundirse eternamente con la electricidad. Aunque no habían sido del todo desdichados, aseguraban que el único proyecto que los entusiasmaba era la electrocución. En base a bocetos y fotografías, construyeron dos réplicas exactas de "Old Sparky", la silla eléctrica que se puede visitar en el museo de la penitenciaría Moundsville en el Estado de Virginia Occidental. Cada uno armó por separado y según sus gustos su propio generador de energía. Una madrugada en que la ciudad estaba a oscuras, se dieron corriente mutuamente. El ritual fue silencioso. Nadie encontró sus cuerpos que se momificaron en el altillo del galpón portuario que alquilaban. La carta que dejaron –me señaló el holandés novio de mi amiga– fue tomada como manifiesto vitalista por los artistas alemanes de la década del ochenta. Jóvenes punks de toda Europa pintaron la frase "El futuro es la electricidad" a ambos lados del muro de Berlín. Claro que cuando me contó esta historia, el holandés señaló enfáticamente que el significado cambiaba mucho si la frase se leía del lado occidental o del lado oriental del muro. Remarcar ese detalle me resultó acertado.

gracias a extremaficcion.zoomblog.com

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